Sería un equipo óptimo para mediar conflictos ambientales el compuesto por:
Personas con
amplia experiencia vital, arraigadas en el lugar donde tiene lugar el
conflicto, con credibilidad entre la población y que se han mostrado
ecuánimes en situaciones conflictivas anteriores. Personas capaces
de sentarse en la misma mesa en la que concurren todas las partes del
conflicto.
Personas jóvenes -con
estudios cualificados o no- con escasa experiencia en el campo de la
gestión de conflictos. Provienen
del mundo universitario o del mundo de las organizaciones sociales,
plataformas ciudadanas, con interés y vocación de aprendizaje en la
materia y con disponibilidad de realizar tareas de apoyo en procesos
de mediación.
Personas adultas,
profesionales independientes en alguno de los campos en los que está
presente el conflicto: información, derecho ambiental,
contaminación, urbanismo, economía social, residuos...
Personas con las
habilidades, destrezas y capacitación para mediar en conflictos
ambientales. Profesionales de la mediación, familiarizados con la
problemática ambiental y capaces de poner en marcha procesos
de mediación ambiental y coordinarlos.
Y todas las intersecciones
saludables entre los perfiles descritos, ¡qué también los hay!
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